miércoles, 18 de abril de 2007

MALOS HUMOS



Todos estos años pregonando a diestra y siniestra los males y desgracias del cigarrillo parece que nada ha calado, por un oído entra y con el humito sale. Yo no me voy a dedicar por ello a contar lo que todos sabemos y lo que los estudios avalan, solo voy a reclamar el derecho de mantener mi salud sin que ningún aparecido con su cigarrito me joda. Porque si a los fumadores ahora les jode que poco a poco les pongan freno a su adicción, a mí me fastidia, y mucho, tener que chupar humo cuando entro en una discoteca o en un bar, quedando impregnado hasta los huesos de cigarrillo; me molesta profundamente que en el edificio de Ciencias De la Salud, lugar donde estudio y del que supuestamente salen los futuros promotores de salud, sea uno de los sitios de los cuales salgo con los ojos rojos, oliendo a cigarrillo y con ardor en la garganta. No hay derecho. Si no fuera dañino me daría lo mismo que la gente se encarnizara a fumar, la cosa es que a parte de perjudicarse, perjudican a los demás. Soluciones: prohibir fumar en sitios públicos y habilitar cámaras de gas, perdón, áreas para fumadores; pero que la cosa no se quede ahí, los gobiernos deberían de dejar la hipocresía de lado y echar mano a las tabacaleras. Si ellos pueden vender veneno, yo, siempre y cuando genere tantas ganancias para que los políticos saquen su tajadita, podría inventarme un caramelo superadictivo para mantener la clientela, con pequeñas dosis de Racumín para no romper con la tradición y comercializarlo tranquilamente. Solo me queda apelar a la razón de los fumadores y decirles que ellos no tienen la culpa, son victimas del juego sucio de las grandes industrias tabaqueras que han lavado los cerebros de los consumidores haciéndoles creer que hacen uso de su libertad. Yo, por mi parte quiero estar libre de todos los malos humos y no me refiero solo al tabaco

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