viernes, 29 de junio de 2007

OLÉ Y OLÉ RAYAS


España tiene la mejor liga de fútbol del mundo, son campeones mundiales de baloncesto, el dos veces campeón de la fórmula 1 es español, Nadal deslumbra en el tenis, se obtienen buenos resultados en los mundiales de atletismo, campeones de fútbol sala y lideres en otros tantos deportes. Parece que les va mucho lo de liderar ranking porque también se adjudican el título de campeones en el consumo de cocaína. Esto último según la ONUDC (la ONU sobre Drogas y Delincuencia).
No creo que tanto rendimiento deportivo tenga que ver con las estadísticas, pero la realidad es que en España se conjugan tres elementos que pueden explicar el primer puesto en el consumo de cocaína: ser la ruta de entrada de la droga a Europa, poseer el privilegio de ser un país desarrollado y ser los del espíritu dicharachero de Europa atrayendo a media Europa con sus fiestones. Para tamaño gasto de energía usan entre otras cosas uno de los productos exportables colombianos, y no es la cafeína.

Este y otros datos del informe demuestran la ineficacia de la lucha antidroga liderada por EEUU. Se han destinado inmensas cantidades de recursos para acabar con el narcotrafico en una lucha agotadora y endémica que está destinada al fracaso. La muestra está en que por más narcos que se atrapen, por más incautaciones de cargamentos, por más que se llenen las cárceles del exterior con mulas humanas uno sale a la calle y en menos de una hora puede tener entre las manos una dosis de droga. Ya se ha envenenado media selva por erradicar los cultivos, se recibe ayuda económica gringa para repartir plomo a la guerrilla y a todo capo que se coge lo extraditan. Pero la cosa sigue igual, se ha entrado en una espiral de la cual es difícil salir. Siempre hay alguien dispuesto a correr el riesgo de subirse al tren del narcotráfico, no hay campesino que no vea que los cultivos de coca dan más plata que los tradicionales, ni mula que resista la tentación de ganar en un viaje los que haría en un año. El tráfico de estupefacientes es tan monstruosamente rentable que si se corta la hierva crecen arbustos.
La solución podría estar en la legalización de las drogas. El control absoluto de la producción, comercialización y distribución correría a cargo de los gobiernos, pero la cosa no tendría que ser a la ligera como se acostumbra a hacer sino que vendría acompañada de una autentica educación ciudadana, nada de mentiras de que si te metes tal cosa te vas a convertir inmediatamente en un adicto, porque los jóvenes lo prueban, ven que no es así y se crean la ilusión de que controlan. Cuando son conscientes de lo contrario, están metidos hasta el fondo. Se crearían autenticas campañas de prevención del consumo y se invertiría en tratamientos médicos para la gente que ya esté enganchada. De esta manera la legalización no tendría porqué aumentar el consumo. La educación es la clave.
Con la legalización se conseguirían varias cosas: la garantía de adquirir un producto de calidad. De esta manera se evitarían las muertes producidas por el consumo de estupefacientes adulterados. Se acabaría con uno de los instrumentos estadounidenses de intervencionismo en los piases suramericanos a través de la temida descertificación. Salir de las sombras de la ilegalidad significaría una reducción del precio, dejaría de ser rentable y cortaría los tentáculos del dinero que se mueve y que alimenta la corrupción del país. Y más importante para los países con conflictos violentos como Colombia: se acabaría la financiación de los grupos armados y se abriría una puerta hacia la paz.

Esto puede parecer una locura debido al miedo hacia la legalización, pero la política de represión no ha servido para nada. Soy pesimista con el género humano, pero me queda un resquicio de esperanza en que seamos capaces, en un futuro próximo, de alcanzar la madurez necesaria para afrontar la legalidad de las drogas.

Y para los que se meten de todo, aparte de pensar en el daño que se están haciendo también deberían pensar que al meterse una raya, fumar hachís o darle a las pastillas están alimentando un monstruo y que con cada esnifada, con cada caladita y con cada colocón es una bala que compras a un matón.





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